¿Algún diálogo ha sido alguna vez tan perfectamente duro? ¿Ha habido alguna vez una femme fatale tan deliciosamente malvada como Barbara Stanwyck? ¿Y ha lucido alguna vez Los Ángeles de los años 40 tan seductoramente sórdido? Trabajando con el coescritor Raymond Chandler, el director Billy Wilder se lanzó a la lista A de Hollywood con este epítome del fatalismo del cine noir, basado en la novela pulp de James M. Cain. Cuando el astuto vendedor Walter Neff (Fred MacMurray) entra en la lujosa casa de la insatisfecha ama de casa Phyllis Dietrichson (Stanwyck), su intención es vender seguros, pero termina involucrándose con ella de una manera mucho más siniestra.
Con un trabajo de reparto que roba escenas de Edward G. Robinson y el chiaroscuro del director de fotografía John F. Seitz, Double Indemnity es una de las historias más perversamente entretenidas jamás contadas y el estándar por el cual se debe medir todo el cine noir.
¿Algún diálogo ha sido alguna vez tan perfectamente duro? ¿Ha habido alguna vez una femme fatale tan deliciosamente malvada como Barbara Stanwyck? ¿Y ha lucido alguna vez Los Ángeles de los años 40 tan seductoramente sórdido? Trabajando con el coescritor Raymond Chandler, el director Billy Wilder se lanzó a la lista A de Hollywood con este epítome del fatalismo del cine noir, basado en la novela pulp de James M. Cain. Cuando el astuto vendedor Walter Neff (Fred MacMurray) entra en la lujosa casa de la insatisfecha ama de casa Phyllis Dietrichson (Stanwyck), su intención es vender seguros, pero termina involucrándose con ella de una manera mucho más siniestra.
Con un trabajo de reparto que roba escenas de Edward G. Robinson y el chiaroscuro del director de fotografía John F. Seitz, Double Indemnity es una de las historias más perversamente entretenidas jamás contadas y el estándar por el cual se debe medir todo el cine noir.
